29 August 2009

Oaxaca, por el defenso del sustento de la vida.

La Jornada: 29 de Agosto, 2009

El aire de Oaxaca siempre ha tenido un olor particular. La variedad de su gente y su tierra es abundantes y variadas: el dulce chocolate, el mole, el quesillo con flor de calabaza en las tlayudas, el mezcal; las calles de adoquín que corren bajo tonos colorados y ocres de arquitectura colonial, y sus ruinas arqueológicas dan cuenta de ella.

A pesar de la pobreza y la marginación del estado, sus pueblos y comunidades se caracterizan, entre otras cosas, por mantener vínculos de unidad inquebrantables -incluso más allá de las fronteras- basados en su gran sentido de identidad y su profunda conexión a su tierra y cultura de origen.

Este año, una nueva batalla se libra sobre el suelo oaxaqueño. Contra fuerzas enemigas con nombres en inglés- Monsanto, Pioneer High Bred y Down AgroScience- hoy las poblaciones indígenas de Oaxaca buscan defender una conquista de 10 mil años de trabajo y dedicación: el maíz, que, según dictan sus creencias, es como su creador.

Desde que un grupo de científicos oaxaqueños e investigadores de la Universidad de Berkeley descubrieron semillas de maíz transgénico en la comunidad Zapoteca de Guelatao en 2001, surgió una fuerte controversia:¿se debe o no dejar que el maíz genéticamente alterado se expanda sobre el territorio que alberga la probable cuna de maíz en el mundo?

La comunidad indígena se aprestó a defender con todo al “sustento de la vida”. Durante casi diez mil años, el maíz ha sostenido las poblaciones Zapoteco, Mixtecas, Nahuatl y muchas otras más que habitan el suelo de la Sierra Madre. Existen 60 especies de maíz criollo en el país. Cada año los cultivos forman parte de procesos cíclicos que garantizan las futuras siembras a partir de la selección y el almacenamiento de las semillas. Esto implica que no todo el maíz de la cosecha se utilice para consumo humano.

Aldo González, de la Unión de Organizaciones de la Sierra Juárez de Oaxaca (UNOSJO), se ha convertido en uno de los principales voceros de la oposición indígena al maíz transgénico y en uno de los más importantes promotores y defensores de la “cultura del maíz”, reconociendo en ella un valor que es “más importante que el maíz en sí”. González insiste en la necesidad de reconocer las relaciones bióticas de los ecosistemas destacando la importancia de estos como un factor que frecuentemente se omite en los reportes económicos, “No solo se vale defender al maíz, se debe defender todo lo que le rodea”.

A pesar de que el 70% del suelo oaxaqueño es considerado infértil por el Instituto Nacional de Estadísticas y Geografía (INEGI), el sagrado trío de maíz, calabaza y fríjol sigue alimentado a muchos pueblos desplegados por las montañas pintorescas.

Desde la década de los setenta, las comunidades indígenas han vivido una gran fuga de capital humano a otras regiones del país, y al vecino país de Estados Unidos debido a la falta de oportunidades. Después de los fallidos acuerdos de San Andrés en el año 1996, una gran desconfianza en el gobierno ha crecido dentro de la población indígena quienes han manifestado abiertamente su desinterés en depender en el gobierno.

Aunado a esto, las transformaciones lentas pero progresivas de la forma de vivir de estos pueblos que adoptan “nuevas necesidades” influenciados por lo que a secas definiré como la modernidad, han generado “que el valor del dinero remplace al valor del maíz”, como lo comenta González, desvaneciendo así el sentido de comunidad que giraba en torno al alimento básico.

El gasto gubernamental en las comunidades indígenas está muy lejos de cubrir sus necesidades de bienestar y desarrollo; sin embargo, el mismo gobierno insiste, cada vez más, en la necesidad de impulsar programas para favorecer el apoyo a los cultivos transgénicos.

En febrero de 2009, el gobierno elimino las prohibiciones sobre la producción de maíz transgénico firmadas en 1998 aprobando a su vez 25 sitios de prueba en varias regiones del país. Aunque Oaxaca no se encuentra en la lista de regiones de siembra experimental, el principal tema de discusión es el siguiente: ¿Existe una capacidad institucional creíble para controlar el uso y dispersión de estos transgénicos hacia los principales centros de origen y diversificación del maíz criollo?

Destacados científicos y analistas rurales aseguran que la respuesta es un ‘no’ absoluto. “Sin mecanismos comunitarios de control del material genético no hay ninguna esperanza. Las tiendas se abastecen con maíz importado del más barato, es decir maíz transgénico; de esta manera, el material transgénico entra a las comunidades de Oaxaca cada año por toneladas.”

Las comunidades indígenas han denunciado “ las falsas promesas de la revolución verde y estamos luchando para reclamar algo que corre el riesgo de perderse, nuestro objetivo es a restablecer los ritos y ceremonias ligados a la producción del maíz.”

Al ser reconocido como uno de los principales referentes históricos del pueblo mexicano, la perdida del maíz criollo es preocupante no únicamente por la importancia del antiguo sistema agrícola de la milpa, sino porque al ser México uno de los centros de origen del maíz, perder una variedad del grano en Mexico es igual a perderla en todo el mundo.